martes, 1 de diciembre de 2009

Gritos al aire

Un día, una chica alegre, feliz, siempre sonriente, simpática... empezó a juntarse con un grupo de gente distinta. En ese grupo había un niño pequeñajo, feillo y delgado, nada del otro mundo... Esta niña era muy timida, le costaba relacionarse con la gente y Él se acerco a ella y le presentó a su amigo... Empezaron a juntarse los tres. Durante un tiempo rieron, jugaron y empezaron a tontear... Un día empezaron a salir. Él era muy suavoncillo, delante de la gente era tímido, reservado, callado... detras de la gente era una persona totalmente distinta. Pasaban los días y ella no lo había besado aún... Él sólo jugaba a la play parecía su único entretenimiento. Si salían a la calle, Él ni se acercaba. El día que hicieron un mes, fueron a casa de la tía del amigo a llevar unos zapatos. El amigo subió por las escaleras y la parejita subió por el ascensor. En el ascensor, Él la abrazó con fuerza, demasiada fuerza... Cuando salieron del ascensor, el amigo ya le habia dado los zapatos a su tía. El amigo iba a bajar por las escaleras cuando Él le dijo que los acompañara por el ascensor. Ya allí, Él le dijo al amigo "Tío, esque nosé como hacerlo", el amigo muy puesto cogió a la chica por las muñecas, la inmovilizó y esta se asustó bastante. Él los miro, le dio al bajo y estando entre dos pisos le dió a abrir puerta y así atascó el ascensor... Él empezó a besarla con brusquedad, la mordía, la sobaba fuertemente... Ella sólo veía sus ojos, esos ojos color marrón oscuro, con esa indescifrable mirada... Ella empezó a sentir pánico cuando notó las manos de Él por su cuerpo. Ella empezó a gritar con desesperación mientras dos lágrimas recorrian sus mejillas. Él apago sus gritos con un guantazo, no la pegó muy fuerte pero la dañó algo más, pues su orgullo ya estaba herido desde hacía rato... Ella se calló, cerró los ojos y tan solo rezó "Dios mio haz que pare, Dios mio haz que pare, Dios mio haz que pare, Dios mio haz que pare... que sea rápido... que termine ya, por favor Dios mío". De pronto, las manos de Él bajaron aún más... pasados unos segundos Él empezó a decirla... "¿Te gusta? ¡Dime que te gusta! ¿Eh? ¡Dilo!" Ella empezó a llorar como si le fuera la vida en ello. El amigo, dandose cuenta de adonde había llegado todo, le paró con una frase... "Pero si lo haces fatal, déjala ya" Él paró y su amigo la soltó... y ella, después de todo, se quedo ahí quieta, callada, asustada... Para ella todo dejó de existir, ese Dios por el que tanta gente reza y a quien a muy poca gente ayuda. Ellos salieron antes del ascensor y ella salio detrás. Una vez en la calle, ella se perdió entre la multitud; Aún sigue perdida... esperando que alguien la encuentre...

3 comentarios:

  1. ...

    Quién sabe?... Tal vez ya te hallan encontrado...

    Una muy trist ehistoria.... Los gritos en silencio no todo el mundo los escucha...

    Mentirijillas desde mi reino

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  2. Demasiado reales para algunas personas...

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